En esta oportunidad comparto el testimonio de un amigo que tuvo el placer de hacer sus prácticas al volante de un Ford de la línea 71 de Transportes Baigorria en los años 80.
El tributo de Jorge J García a su maestro
Los Ford-El Detalle de la línea 71 fueron un ícono de la empresa
Cuando comencé a practicar en la Línea 71 me
pusieron como instructor a un piloto con demasiada experiencia en el volante. Este flaco, alto, con rulos se llama Angel
Serra, pero era conocidos por todos sus compañeros por su apelativo de
"Ajo Porro".
El era muy conocido en el servicio nocturno
y como a esas horas no había demasiado tránsito, todo novato quedaba bajo sus
órdenes.
La primera noche ya fue de emociones
divertidas porque manejar esa unidad Ford (mi marca preferida), con dirección
hidráulica me permitía doblar en una esquina con solo dos dedos.
Apenas tomé la Av. Ovidio Lagos, me sentía
un "Lole" Reutemann del volante y se me ocurrió acelerar... La cosa
viene que pongo mal el cambio y el motor denunció que no estaba andando
correctamente.
Miro por el espejo grande y lo veo a mi
"maestro" que dormía plácidamente...Así que pensé que no se había
avivado.
La cosa que al llegar a la calle Corrientes, "se despierta", se me acerca tranquilamente y me dice al oído: " En Lagos
erraste un cambio...eso no se hace"....
Yo que pensé que el tipo dormía
profundamente y resulta que tenía ,más oído que un afinador de pianos.
En la segunda vuelta, me sube un jubilado
que trae un billete grande. Ahí comienza el drama, ya que debía darle el
vuelto, con monedas incluídas.
Miro para adelante y veo el semáforo en
amarillo, por lo que le pego una acelerada para no detenerme; a todo esto, el
pobre pasajero estaba desprevenido y lo senté de golpe en el primer asiento
doble de adelante.
No vá que justo me hace señas una mujer a
mitad de cuadra y como eran las dos de la mañana se me ocurre frenar... Nuevamente el atónito pasajero sale
despedido del asiento y frena contra el vidrio derecho al lado de la palanca de
cambios.
Abro la puerta y la mujer me agradece el
gesto de no dejarla a pie en la desierta ciudad, en esa noche de lunes.
Pero, el señor con tono alterado me comienza
a decir que soy un loco manejando que por poco lo mato...
Semejante alboroto provoca que "Ajo
Porro" se levante del último asiento donde iba acurrucado debido al frío y
me reta delante del tipo.
Le explica que era mi primera noche en la
empresa, a lo que este buen hombre me mira, lo mira a mi instructor y le dice:
"Espero que practique en la empresa, pero no con nuestras vidas"...
Luego, las otras vueltas fueron más calmas y
de a poco le fui tomando la mano, ya que cada noche manejaba un colectivo
distinto de la empresa.
El coche 5 y su inconfundible bandera argentinizada
Hoy es un recuerdo lejano pero imborrable en
mi vida.
Gracias Angel por tu paciencia.
Jorge J. García